«El engaño Google» de Gerard Reischl

Interesante. El libro es una crítica sobre Google pero, en realidad, va mucho más allá: Al hablar del fenómeno Google y describir cómo funcionan lo que podrían considerarse sus distintas ramas, nos está diciendo algo más: Tenemos una especie de «Gran Hermano» que se llama Internet. Hoy, Google puede ser su administrador y pasado mañana podría ser otro pero el Gran Hermano mismo continuaría existiendo.

Hace unos cuantos años, nadie podría pensar que IBM iba a ser descabalgada de su puesto como la potencia dominante en el mundo del procesamiento de datos, unos pocos años más tarde nadie podría pensar que lo mismo le iba a ocurrir a Microsoft y hoy parece que nadie puede pensar que eso mismo le pudiera ocurrir en un futuro a Google.

Cuestiones como los trucos utilizados por los anunciantes como incluir en sus páginas web letra y fondo del mismo color -no visibles, por tanto, para las personas pero sí para los buscadores- como forma de aumentar su presencia o trucos más o menos sucios destinados a engañar a los buscadores con el objetivo de difamar a alguien son interesantes, del mismo modo que lo es todo el entramado de servicios gratuitos y el hecho de que una potencia como Google pueda tener información -a través de las direcciones IP y, si se tiene cuenta de Gmail y se utiliza iGoogle más todavía- sobre cada uno de nosotros, qué buscamos en Internet, qué hacemos, cuáles son nuestros intereses y más aún…si utilizamos servicios de almacenamiento en Internet, tanto de tipo general como específico -por ejemplo, historiales de salud- todo esto está registrado y es una información que puede ser cruzada en cualquier momento para tener un perfil de alguien hasta el más mínimo detalle.

La empresa que retrata el autor se ha ido haciendo con ese poder despacito, silenciosamente y cayendo bien a mucha gente que considera a Microsoft como «el poder establecido» y a la que le repelen las actitudes del gigante establecido. No obstante, el problema puede ir mucho más allá del que señala el autor: El problema no es «Google sí o Google no» sino el hecho de que alguien -quien y cuando sea- pueda acumular tal volumen de información individual sin que ésta haya sido proporcionada voluntariamente.

Los que frecuentamos redes sociales tipo Facebook, Xing u otras sabemos que nuestros datos están ahí y que, al fin y al cabo, muchos creemos que son suficientemente públicos como para que haya que ocultarlos. Sin embargo, aún así,  siempre se toma la precaución de no aceptar invitaciones de desconocidos porque, automáticamente, éstos tienen acceso al perfil completo. Que Facebook haga una alianza con Microsoft y una de sus partes consista en facilitar a la primera el acceso a los datos de los usuarios no tiene nombre…que algo parecido lo haga Google tampoco y, al final, llegamos al punto de partida: Estamos vigilados en Internet.

Puede que resulte tener razón uno de los protagonistas de «Red de mentiras» (Russell Crowe) cuando, casi al principio de la película establecía que la mayor dificultad para combatir con terroristas islámicos era que no entraban en Internet ni miraban el correo electrónico todos los días. ¿Tenemos entonces que asumir que quien sí lo hace está sujeto a una permanente vigilancia sobre dónde está (localización geográfica de la dirección IP), qué le interesa (búsquedas o textos de mensajes de correo), cuáles son sus planes (calendarios personales en Internet) y así un larguísimo etcétera?

Google no es la enfermedad; es el síntoma.

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