«El cisne negro» de Nassim Nicholas Taleb: El impacto de lo altamente improbable
Empecé a leer este libro por recomendación de un amigo experto en análisis bursátil. Después de explicarme en detalle un sistema para anticipar los movimientos en algunos mercados de futuros sólo pude llegar a una conclusión: Se trata de una estupidez que funciona o, en los términos de Soros, de una falacia fértil por la cual se pueden obtener resultados de modelos carentes de racionalidad. Taleb va un paso más allá: Hay entornos donde la anticipación basada en criterios racionales es simplemente imposible.
El título El cisne negro obedece a lo que otros podrían llamar el criterio de falsación de Popper o la parábola del pavo analítico-inductivo de Bertrand Russell: Hasta que se vio un cisne negro, se consideró que el color blanco era un atributo natural del cisne. Los millones de cisnes blancos observados hasta ese momento no servían; una simple ocurrencia bastaba para demostrar que los cisnes no tenían que ser necesariamente blancos. El criterio de falsación de Popper se mueve en la misma línea: No tratar de extraer conclusiones favorables a una hipótesis sino demostrar que la contraria no es posible. Por último, la broma del pavo analítico-inductivo cuenta cómo un pavo razonable, después de ser amistosamente alimentado por un ser humano cada día no encontrará ninguna razón válida para que el miércoles anterior a Thanksgiving vaya a ser un día distinto de cualquier otro.
Taleb es un crítico feroz de la campana de Gauss y muestra cómo, guiados por ella, hemos llegado a considerar el mundo mucho más previsible de lo que realmente es y cómo el énfasis en la tendencia central conduce a ese efecto. Para ello, habla de dos entornos, Mediocristán y Extremistán, que ilustrarían situaciones donde la campana de Gauss y su énfasis en la tendencia central es una alternativa válida o, por el contrario, un caso único puede alterar toda la dinámica y dar al traste con cualquier previsión.
Un ejemplo divertido para mostrar cómo funcionarían ambos entornos es el siguiente: Imaginemos un estadio lleno de gente al que llega la persona más pesada que quepa imaginar…¿300 Kgs.? ¿400? ¡¿1.000?! Encontraríamos que el peso de esta persona apenas tendría incidencia alguna al calcular el peso medio de las personas del estadio y, por tanto, tampoco la tendría al hacer una estimación del peso total. Estaríamos hablando de un caso de Mediocristán donde el modelo de campana de Gauss funciona.
Imaginemos ahora ese mismo estadio al que, en lugar de llegar una persona con tan extraordinario sobrepeso llega…Bill Gates. El parámetro sobre el que se trata de hacer el cálculo ahora no es el peso medio sino el patrimonio medio de las personas que llenan el estadio. En lugar de ser una cifra estable y que puede aguantar el caso excepcional, en este caso encontraríamos que un caso único es capaz de desplazar totalmente la curva que, además, no sería estable ya que las inversiones de cierta volatilidad harían que la cifra se moviera. En suma, llegaríamos a la situación en que lo insignificante no sería el caso único sino todo lo contrario: Lo insignificante para las cifras resultantes sería la contribución de todos los demás ocupantes del estadio. Éste sería un caso definido como Extremistán.
A partir de unos principios tan simples como éstos, Taleb construye un libro en el que presenta una enmienda a la totalidad sobre prácticas que se apoyan en las supuestas bondades de la campana de Gauss para hacernos creer que vivimos en un mundo previsible. La distinción entre Mediocristán y Extremistán y cómo el olvido de ésta conduce a graves errores en la aceptación como válidos para hacer previsiones de parámetros de tendencia central es uno de sus temas principales.
Critica también el que, con mucha frecuencia, le pidan un sistema alternativo de previsión cuando, precisamente, lo que está diciendo es que no hay tal sistema válido y que se trata de distinguir entre tipos de situaciones y la respuesta muy común de que las técnicas al uso pueden ser malas pero no tenemos otra cosa. En este último punto, al que además dedica sus críticas más furibundas, Taleb podría equivocarse: Las falacias fértiles de Soros se apoyan sobre un concepto muy conocido en sociología: Las profecías autocumplidas.
A lo largo de los años hemos podido ver que determinados índices se han «cocinado» estadísticamente porque esos índices eran utilizados por terceros. Como ejemplo, un paso por la cocina del IPC puede servir para negociar a la baja Convenios y, en esa forma, contribuir a reducir la inflación. Cierto es también que esos mismos índices pueden estar detrás del estallido de la burbuja financiera, es decir, inversores comprando porquería basándose en unos indicadores que les habían contado que era una gran inversión, hecho explicado maravillosamente en un video humorístico de la BBC.
En suma, es una lectura que vale la pena. Quizás acabemos con la sensación de que el mundo era menos previsible de lo que creíamos pero siempre será mejor eso que la seguridad del pavo analítico-inductivo.
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