Etiquetado: JKK5022
SPANAIR: Cuando el nacionalismo catalán quiso volverse transoceánico
Entre las muchas cosas tristes que tuvo el accidente del 20 de agosto de 2008 está que pudo decirse de él que, como del cerdo, todo se aprovechó por algunos.
Desde el primer momento empezaron a producirse filtraciones interesadas destinadas a echar Spanair a los pies de los caballos…o de un comprador amigo que la pudiese conseguir al precio más bajo posible.
Spanair estaba ya en venta antes del accidente pero no a cualquier precio. De hecho, había en marcha un ERE cuyos argumentos no habría suscrito ni un estudiante de primero de Empresariales pero venía con el aval de una de las grandes firmas de consultoría que, como Zapatero antes de las elecciones de 2008, llegó a afirmar que la crisis era imprevisible y en sólo seis meses se había presentado una situación de la que no había ni indicios.
Se llegó al extremo ridículo de presentar públicamente en junio unos resultados excelentes de Spanair correspondientes al año anterior sin hacer mención de que quince días después se iba a presentar un ERE por los resultados presentes.
El accidente, por tanto, fue utilizado por los que ya querían conseguir hacerse con la compañía como una ayuda para rebajar el precio. Creo que ya no desvelo ningún secreto inconveniente si digo que la disposición a negociar por parte de los representantes del nacionalismo catalán se hizo formal con ocasión del funeral por las víctimas el 11 de septiembre en la catedral de la Almudena, fecha y situación adecuadas donde las haya para hablar de negocios por parte de algunos.
Si el accidente no les hubiera puesto a Spanair en bandeja, habrían buscado otra -probablemente Air Europa- pero, en unos tiempos en que las aerolíneas de bandera están prácticamente desaparecidas el nacionalismo catalán quería su aerolínea de bandera. La expresión ni siquiera es mía sino de ellos.
Que las filtraciones de la investigación se produjeran desde un número de fax del Ministerio en los tiempos de Magdalena Álvarez dice bastante de quién estaba detrás del asunto y a quién querían ayudar para conseguir Spanair al precio más barato posible. Para ello, durante meses se estuvo echando porquería encima de una compañía que habría tenido posibilidades de salir adelante y, misteriosamente, dejaron de salir noticias una vez que se hizo público que los nacionalistas catalanes habían conseguido su objetivo. A partir de ahí, cambio de ciclo y silencio llegando al extremo de un informe final sobre el accidente en cuyos detalles no entraré pero que ha levantado bastantes ampollas, más por lo que no dice que por lo que dice.
En el extremo del provincianismo a que hemos llegado, una capital de provincia no puede considerarse tal si no tiene un aeropuerto y una universidad; algunas regiones también se consideran de segunda clase si no tienen embajadas en el exterior y un aeropuerto intercontinental.
No digo que Barcelona y el Prat no tengan dimensión suficiente para no tener un aeropuerto intercontinental sin necesidad de enlaces en Madrid pero ésa es una decisión que corresponde a las compañías que descubran que hay un hueco de mercado a aprovechar y no a políticos que juegan con dinero ajeno.
Spanair lo tenía difícil ya en 2008 pero, una vez que cayó en las garras de políticos que se olvidaron de que era una compañía aérea y que tenía que ser gestionada como un negocio lo tuvo imposible.
Cuando algunos han levantado la voz por la propuesta de que se pida responsabilidad penal a los políticos por acciones de corrupción o de despilfarro claro, quizás casos como el de Spanair podían invitarles a pensar si hay que dejarlos pasar y si el dinero de todos no merece un mayor respeto del que ha tenido por parte de los políticos.