Categoría: Temas sociales y políticos
Windows Knowledge
Perhaps in a moment where Microsoft does not live its best moment, speaking about Windows could be seen as a paradox. However, Windows itself is a paradox of the kind of knowledge that many companies are pricing right now.
Why Windows? You open your computer to find a desktop. The desktop has binders and documents and you have even a trash bin. This environment allows working in the old-fashioned way. We move documents from one binder to another one. When a document is not useful anymore, we put it in the trash bin and everything seems to be perfect…as far as everything works as it’s supposed to work. What happens when we find a blue screen or, simply, the computer does not start?
At that moment, we find that everything was false. Desktop, binders, documents…? Everything is false. Everything is a part of a complex metaphor, good while everything works as expected but fully useless once something fails. What kind of real knowledge does the Windows user have? The Windows user has an operating knowledge that can be enough in more than 90% of the cases. That’s fine if the remaining 10% cannot bring unexpected and severe consequences but we see this kind of knowledge in more and more places, including critical ones.
When 2008 crisis started, someone said that many Banks and financial institutions had been behaving as Casinos. Other people, more statistically seasoned denied that telling that, had they been behaving as Casinos, the situation never should have been as it was because Casinos have probabilities in their favor. Other environments don’t have this advantage but they behave as if they have it with unforeseeable consequences.
España: Un futuro dirigido por la ira
Posiblemente el mejor análisis de cómo y por qué los nazis llegaron al poder fue el realizado por Friedrich Hayek en 1944: Camino de servidumbre. Hayek identificó correctamente cómo en aquel caso la indignidad fue traída de la mano de la indignación, es decir, cómo grandes masas de población se sintieron estafadas y abandonadas y llegó un momento en que estaban dispuestas a cualquier cosa para librarse de lo que había, incluso dispuestas a traer algo peor.
La llegada de Chávez al poder venezolano se produce tras un fenómeno parecido: La gente, harta de la corrupción de los políticos, está dispuesta a acompañar en su viaje al más vociferante en la denuncia aunque, como en el caso nazi, no sea consciente de que está trayendo algo aún peor que lo que había.
¿Toca ahora el caso de España? Anteayer me comentaba un amigo venezolano que veía la España actual demasiado parecida a la Venezuela pre-Chávez y, en consecuencia, estaba pensando seriamente en la posibilidad de hacer las maletas. La experiencia le llevaba a valorar en su justa medida algo que se está escapando de los análisis de los políticos españoles y sus espléndidamente pagados asesores: La indignación o, como Hermann Tertsch comentaba en un artículo reciente, la venganza.
Cuando surgió el movimiento autodenominado «indignados», para muchos pudo resultar escandaloso que incluso tomasen su nombre del título de un libro de un estalinista nonagenario pero, como ocurrió con los nazis y como ocurrió con Chávez, consiguieron muchos apoyos no por lo que traían sino por aquello a lo que se oponían.
Los resultados de «Podemos» en las elecciones europeas y los esperados por distintas encuestas en próximas elecciones nos dicen de forma clara que estamos ante un fenómeno similar a los dos señalados: Los políticos están convencidos de que la gente pasará por caja -o por su equivalente, la urna- para volver a votarles por miedo al viaje a ninguna parte que pueda representar la alternativa. Los políticos del PP, además, se frotan las manos porque interpretan a «Podemos» como una forma de fragmentar la izquierda y, por tanto, se ven a sí mismos en el poder durante los próximos 200 años, hagan lo que hagan. Gravísimo error.
Las futuras elecciones no van a venir definidas por el deseo de un cambio político o económico sino por un deseo de librarse de toda esta gente a cualquier precio. No es la primera vez que ocurre así; cuando el PP llegó al poder por primera vez no lo hizo por méritos propios sino por deméritos ajenos: El PSOE de Felipe González se había enfangado en un nivel de corrupción que llevó a mucha gente a querer echarlo del poder. En 2004, los resultados de un atentado aún poco claro hicieron que, de nuevo, se tratase de echar del poder a los que estaban en él y, para ello, trajeron a alguien como Zapatero, personaje al que en 2011 hubo una clara urgencia por echar. ¿Cuál es la diferencia en el momento actual?
La corrupción ha afectado a todos los que han tocado poder hasta unos niveles insoportables. Aunque unos quieren hablar de Gürtel y otros de EREs, el ciudadano ve las críticas mutuas como un teatro en el que ninguno de los contendientes tiene legitimidad para criticar al otro mientras tenga su casa tan sucia como la de aquél al que critica. Los partidos principales e incluso algunos que no lo son tanto y los sindicatos están claramente afectados por la marea de corrupción y todo lo que se les ocurre es acusarse unos a otros. ¿Qué regeneración cabe esperar de esta gente? Ninguna…sin embargo, siguen convencidos de que la gente irá a las urnas a votarles porque, frente a lo que puede venir, todavía son una opción menos mala. Seguramente tienen razón en que, a pesar de todo, son una opción menos mala y, sin embargo, se equivocan en la idea de que la gente irá a votarles.
Las únicas opciones reales son los que todavía no han tocado poder y, por tanto, pueden criticar la corrupción sin que, al mismo tiempo, se hayan visto inmersas en ella como les ocurre a los principales partidos y sindicatos. El votante puede tener muy buenas razones para pensar que con esta gente -partidos y sindicatos establecidos- no se puede ir ni a recoger una herencia y, por tanto, estar dispuesto a no votarlos bajo ningún concepto -esto es lo que los sesudos analistas de PP y PSOE no quieren creer- pero eso no puede significar alinearse con cualquiera que critique lo que hay, especialmente si no clarifica el tipo de mercancía que trae bajo el brazo o, peor aún, si lo que dice y especialmente lo que calla hace pensar en cuál es ese tipo de mercancía.
Quizás si partidos tipo UPyD o Ciudadanos aparcasen sus estrellatos individuales y se dedicasen a ofrecer una alternativa de regeneración conjunta, podrían representar una alternativa interesante. De momento, demasiada gente tiene claro que lo que no votará bajo ningún concepto a la gente que lleva ya muchos años enquistada en el poder. Probablemente es una buena decisión pero, cuidado, no traigamos algo peor. Alemanes y venezolanos nos pueden hablar de ello.
¿A que no sabes quién es Miguel Ángel Olmos?
Ahí van algunas pistas: http://elpais.com/tag/miguel_angel_olmos/a/
Tengo pocas simpatías por IU -en realidad, no tengo mucha simpatía por ningún partido político, incluyendo los de la nueva hornada y acaso ésos y su dialéctica de fascismo de izquierdas me son aún menos simpáticos que el resto- pero la conducta de Miguel Ángel Olmos prueba varias cosas:
- Hay gente honrada que accidentalmente cae en la actividad política.
- Esa gente honrada puede estar en partidos con los que tengamos poca afinidad pero merece respeto, si no admiración.
- Hay golfos que pueden poblar partidos o sindicatos con los que se esté más cercano y nunca se debe anteponer cercanía ideológica a honestidad.
- La honradez no es recompensada sino que, muy al contrario, puede ser el billete de ida para el olvido en política.
¿Por qué la honradez es tan mal pagada en política? Sólo se me ocurre una opción y no distingo ni colores ni tendencias: El modelo político español se sustenta sobre la misma doctrina que se sustentó la paz en la época de la guerra fría: La doctrina MAD (Mutual Assured Destruction) que hacía que uno se lo pensase mucho antes de iniciar el ataque puesto que sabía que no podría evitar su propia destrucción.
La doctrina MAD llevada a los entresijos de un partido político significa sólo que la persona honrada es peligrosa. En la medida en que todos estén corrompidos en mayor o menor grado, procurarán no hacerse mucho daño entre sí pero el que no está corrompido no tiene esa hipoteca y, por tanto, puede dinamitar la partida de golfos que ocupan el poder. Por eso procuran que no llegue.¿De verdad nadie sabía, por ejemplo, de las corruptelas de Pujol? ¿O se trataba más bien del miedo a que alguien que lleva décadas en el poder pueda saber demasiado de demasiada gente?
Ésta es la situación y, desde luego, su solución no pasa por modelos fascistoides, sean de color azul o rojo o sean de brazo en alto o de coleta…al final, la experiencia nos demuestra que todos acaban comportándose igual. ¿Alguien puede explicarme, por ejemplo, en qué momento un personaje como Chávez pasó de ser un militar golpista a un paladín de la izquierda? ¿En qué momento se produjo la transformación o, simplemente, no ha existido tal transformación y fue siempre lo mismo? Personalmente, me quedo con la segunda opción. Naturalmente, la misma pregunta nos podríamos hacer con personajes como Verstrynge…de Fuerza Nueva a delfín de Fraga en AP para acabar de asesor de Chávez. ¿Cuándo cambio? Creo que nunca lo hizo.
La solución real es muy sencilla: Independencia del poder judicial y el que la hace la paga. El PP de Aznar -ni siquiera el de Rajoy- prometió devolver la independencia del poder judicial que había liquidado el PSOE. No sólo incumplió la promesa sino que llevó el maridaje entre partidos políticos y órganos judiciales aún más allá. La promesa volvió con el PP de Rajoy y la conducta de su ya felizmente ex-ministro Gallardón fue idéntica a la de la etapa anterior: Un pasito más para conseguir que jueces y fiscales sean meros comisarios políticos.
Eso es lo que hay que arreglar y, si se empeza por tirar por la ventana a las personas honradas, sea cual sea su tendencia política, mal vamos.
Política y economía: ¿Se trata de principios o de intereses?
Hace muy pocos días leía un artículo de El Confidencial señalando que «Podemos» llegaría a gobernar en España. Para tal afirmación, se apoyaba en un estudio de la Fundación BBVA sobre los valores políticos de los españoles. Coincido con el autor del artículo en considerar tales valores como lamentables y en que, basándose en ellos, España y cualquier país que los mantenga, corre el muy serio riesgo de car en las garras del primer iluminado o neofascista que pase por allí. El «Camino de servidumbre» de Hayek, en el que explica cómo y por qué los nazis accedieron al poder, sigue siendo una lectura pendiente para muchos.
Estos últimos días, sin embargo, hemos tenido más motivos para la preocupación por el ascenso de formaciones que se consideran antisistema pero que, al mismo tiempo, hacen todo lo posible por quedarse con el sistema: Las tarjetas negras de Cajamadrid. Que muchos altos directivos de grandes corporaciones tienen comportamientos muy similares a los de los políticos y los únicos intereses a los que atienden son los propios no es nada nuevo. Que, entre estos, tengamos a gente que ha estado apareciendo durante los últimos años denunciando salvajadas cometidas en el terreno político y económico por el Gobierno de turno es mucho más grave.
El Mundo ha publicado la lista de los beneficiarios de las tarjetas, cuánto y en qué han gastado el dinero opaco. ¿Qué nos puede contar ahora un ex-vicepresidente económico del Gobierno y ex-presidente del FMI? ¿Qué nos puede contar un asesor económico tan publicitado como Juan Iranzo? ¿Qué nos puede contar otro asesor económico y -atención- fundador y ex-presidente de un medio de comunicación que parece considerarse guardián de las esencias y de la limpieza en política? Hablo, por si alguien aún no le pone nombre, de Alberto Recarte y de Libertad Digital, grupo en el que se encuentran entre otros Jiménez Losantos, Luis Herrero y Luis del Pino.¿Seguirán dando lecciones? ¿A quién? Aún no les he oído hablar de su ex-jefe en relación con el escándalo de Cajamadrid. ¿También ellos callan cuando el tema les toca directamente?…no hablemos ya de los líderes sindicales, tanto los pillados con las tarjetas como los de los EREs andaluces como el último, el histórico de la minería en UGT. ¿También seguirán dando lecciones?
En España, desde hace tiempo, hay demasiada gente buscando una referencia y están fallando todas: Los políticos, desde el más alto al más bajo, los intelectuales de la economía, los medios de comunicación. Evidentemente, la solución no es tirarse a un pozo pero, si juntamos los valores políticos de los españoles, tal como los refleja la Fundación BBVA, y la caída de todo tipo de referencias políticas, económicas, académicas y de medios de comunicación, la tentación para muchos va a ser muy fuerte. Después de todo…¿quién va a escuchar a un Rato, un Iranzo o un Recarte cuando, a raiz de lo visto estos días, tenga algo más que fundadas sospechas de que lo que defiende en público no son principios generales sino sus intereses personales?
Creo que pocos se han dado cuenta del peligro que eso representa: Los principios pueden tener legitimidad pero los intereses de unos no son más legítimos que los de otros. Cuando alguien que dice defender principios de actuación muestra con su conducta estar defendiendo sus intereses, toda referencia se ha perdido con el riesgo que eso implica.
Por cierto, junto con «Camino de servidumbre» puede ser interesante ver este video sobre el ascenso de Hitler al poder. Cuando alguien habla de «democracias formales» y cómo no se pueden criticar prácticas políticas porque están insertas en una «democracia formal», no está de más recordar que Hitler accedió al poder a través de los mecanismos de una democracia formal. Lo que ocurrió después es sobradamente conocido.
«Cuarto milenio» o el atrevimiento de la ignorancia
Hace unos días tropecé con el programa «Cuarto Milenio» y me quedé a verlo cuando empezaron a hablar del armamento secreto del III Reich durante la fase final de la II Guerra Mundial. Tenían en el estudio a un supuesto experto que contó dos cosas, sólo dos, sobre las maravillas tecnológicas de la Alemania nazi y las dos contenían errores garrafales. A pesar de ello, vinieron después los tonos de asombro, los «¿qué habría pasado si la guerra dura más?», etc.
Primer error: Los científicos alemanes de la época consiguieron un avión invisible al radar y, por ello, podía considerarse un precedente de los aviones stealth actuales. Pues bien, el avión citado –Go229– era muy meritorio por diseño -tipo ala delta- por prestaciones y por ligereza pero su invisibilidad al radar no la conseguía mediante sofisticados diseños en sus ángulos ni mediante el uso de materiales estudiados para que las ondas del radar no rebotasen sobre ellos. Simplemente, el avión estaba hecho básicamente de madera. Sin duda, una obra de arte tecnológica pero saltar gratuitamente setenta años en el tiempo y hablar de tecnologías que permitieran la invisibilidad al radar parecía sacar un poco las cosas de quicio ¿no?
Segundo error: Instalación alemana en la provincia de Lugo. Dos antenas contiguas -y atención al detalle de «contiguas»- de 150 metros de altura, supuestamente utilizadas por los submarinos alemanes para determinar su posición por triangulación. Veamos: La triangulación es una técnica muy antigua y se utilizaba ya en la II Guerra Mundial para descubrir donde se encontraban las emisoras clandestinas. Un aparato, llamado radiogoniómetro, tenía la capacidad de determinar la dirección desde la que venía una emisión pero no la distancia. Si disponemos de un segundo aparato en una posición distinta, el punto donde se cruzan las líneas es el lugar en que se encuentra la emisora.
La utilización de dos antenas para que un submarino, mediante triangulación, pudiera determinar su posición implica que dichas antenas se encuentran distantes, no contiguas, de forma que el submarino pueda dibujar dos líneas con la dirección de emisión de cada una de ellas y, así, saber que en el cruce de ellas se encuentra el submarino. Si las dos antenas están juntas, no hay triangulación que valga.
Segundo problema: La Tierra es redonda y esto implica que la distancia que alcanza una emisora situada en tierra es escasa. En cierto modo, el problema se resuelve si quien tiene que detectar la señal es un avión y, especialmente, si está a diez kilómetros del suelo y puede, con ello, compensar el efecto de la redondez terrestre y conseguir un mayor alcance pero ¿un submarino? Además de necesitar que las antenas estuvieran distantes entre sí, el submarino está especialmente afectado por la forma de la Tierra y el alcance sería tan escaso que el submarino tendría que estar prácticamente en la costa para detectar las señales.
Lo dicho: La ignorancia es atrevida y, cuando se acompaña de la autosuficiencia exhibida por algunos programas de televisión, es además cargante.
¿Felipe VI o III República?
Para muchos, la monarquía es una institución trasnochada y la pregunta no ha lugar. Los escándalos que han afectado tanto al Rey como a su hija y su yerno pueden haber influido en la clara falta de aprecio que hoy puede verse respecto a la monarquía y, sin embargo, los políticos sin «sangre azul» se han enfangado en tantas corruptelas y han hecho tantos alardes de ser una casta aparte como los que puedan haberse hecho desde la realeza.
Quizás más que la corrupción es la inoperancia lo que mata la institución: En su momento, la monarquía se presentó como algo que estaba por encima del debate político y que era la garantía de unidad y constitucionalidad de España. Los hechos, sin embargo, han sido suficientemente expresivos de que en ninguna de estas supuestas funciones la monarquía ha estado cerca siquiera del aprobado.
Parecerían razones suficientes para optar por una República salvo que…en España los defensores de la República no suelen tomar ésta como un mero modelo de Estado sino que su modelo suele ser la II República, régimen que algunos partidos aún nos tratan de vender como una democracia frustrada por el golpe de Estado de Franco cuando en realidad fue un régimen asesino derrocado por otro que, especialmente en sus primeros tiempos, compitió con él sobre todo en su capacidad para asesinar.
La llegada de la II República se produjo tras unas elecciones municipales en las que el abuelo del aún actual Rey, en su papel de poder moderador, decidió recoger sus bártulos y marcharse, donde el PSOE de aquel momento -aunque luego sería anulado por el PCE- decidió tomar la vía revolucionaria, donde llegó a haber una columna en un periódico titulada «A paseo», escrita por Rafael Alberti y que no invitaba a la expulsión sino al asesinato de sus contrarios y donde el hecho que prendió la mecha de la guerra civil fue el asesinato del líder de la oposición a manos de la escolta de un ministro del Gobierno. Ésta fue la democracia de la II República que algunos aún hoy nos quieren vender.
Si alguien quiere plantear el cambio de modelo de Estado hacia una república, nada que decir. Si todos los apoyos hacia esa iniciativa vienen de aquéllos que añoran la II República, por desconocimiento o peor, lo único que podría decir es «Larga vida al Rey».
Elecciones europeas en España: Una lectura interesada pero no partidista
Las elecciones europeas del pasado domingo han sido una debacle para los dos grandes partidos, debacle ganada a pulso ya que ambos se han especializado en frustrar las esperanzas de aquellos que les pagan -extraordinariamente bien- y les aguantan.
El hecho de que la abstención se haya mantenido en un nivel similar al de las anteriores elecciones europeas quita una excusa: La desafección de la política y de los políticos ha llevado a muchos a abstenerse. No; ha habido un claro desplazamiento…otra cosa es que parte del mecanismo para ese desplazamiento consista en que muchos votantes asqueados hayan dejado de votar y otros que no lo hacían se hayan dejado llevar por mensajes populistas provocando el desplazamiento.
Quizás el hartazgo de corrupción, de gente que ha aterrizado en la política porque tenía amigos y no valía para otra cosa y de engaños ha conducido a este resultado. Quizás aún estamos en un proceso similar al griego donde el bipartidismo voló en pedazos y donde los bandazos entre un partido nazi y uno de extrema izquierda, tan difíciles de comprender para los políticos, son muy fáciles de entender para cualquiera que sea capaz de ver cómo, más allá de las etiquetas, ambos supuestos extremos se parecen mucho entre sí.
Del PSOE poco se puede decir: Está pagando todavía el precio de haberse puesto en manos de un inepto sectario, tan inepto que pretendió que nadie alrededor le hiciese sombra y se rodeó de gente aún más inepta que él mismo. Después de eso, no se hizo la limpieza profunda que viene siendo necesaria desde los años finales del felipismo. Por añadidura, los casos más escandalosos de corrupción se encuentran entre los suyos y sindicatos afines. ¿Es extraño que el electorado le haya vuelto la espalda?
El PP, por su parte, tiene una historia con demasiados paralelismos con el PSOE para no ser identificado por muchos como la misma cosa: Los últimos años del felipismo y la ola de corrupción impune que los marcó -su «he entendido el mensaje» de 1993 mostró ser absolutamente falso- dio lugar a que la llegada del PP fuera saludada por muchos con el mismo entusiasmo que la llegada del PSOE 14 años antes. Habría que añadir que con los mismos resultados. Se acusó mucho a Aznar de soberbia y prepotencia pero Aznar mostró ser fuerte con los débiles y débil con los fuertes: La independencia de la justicia, destrozada bajo el PSOE, no sólo no se recuperó sino que su dependencia política recibió alguna vuelta de tuerca más, no se cerró el modelo de Estado como también se había prometido y lo único positivo que quedó de la época fue una bonanza económica basada en el ladrillo y, por ello, frágil y falsa como los hechos mostrarían mas adelante. Su torpeza y la instrumentación por otros -si no algo más- del 11M hizo el resto para expulsarlo del poder.
En 2011 se puso una vez más en evidencia que en España no se eligen gobiernos sino que se echa al que ya resulta insoportable. De otra forma resultaría difícilmente creíble que un personaje como Rajoy pudiera acceder a la Moncloa -aunque después de lo de Zapatero cualquier cosa es creíble- y cómo su inacción, vagancia o «manejo magistral de los tiempos», como dicen sus partidarios, ha conducido al hartazgo de propios y ajenos. Por supuesto, eso sin contar con que el PP se presentó como la regeneración necesaria tras Zapatero y ha traído su propia carga de corrupción y de ineptos en posiciones claves.¿Nos extrañaremos también de que sus electores le vuelvan la espalda?
Días después de las elecciones, salió la noticia de que el asesor-factotum del PP, Pedro Arriola, tenía encuestas previas que prácticamente clavaban los resultados que salieron. La idea de Arriola ha sido siempre que «España es sociológicamente de izquierdas» y que, por tanto, lo mejor que puede hacerse es «no despertar al dragón». Si ésta es la idea -y desde luego las actuaciones o falta de ellas así parecen mostrarlo- ese señor no debería estar ni un minuto más en un partido al que invita a presentarse acomplejado y casi pidiendo perdón por existir. No hay batalla ideológica entre los grandes: La campaña centrada en los agricultores de Arias Cañete recuerda demasiado a los famosos garbanzos de Fraga y el feminismo de Elena Valenciano, que probablemente desconoce que su partido votó en contra del voto femenino en la II República, es tan inane como lo ha sido toda la campaña.
Izquierda y derecha civilizada pueden debatir porque sus objetivos son los mismos aunque los medios promovidos sean distintos. Sin embargo, el tiempo ha llevado a que las etiquetas mismas de izquierda o derecha queden vacías y que sean atribuidas a alguien más por razón de con quién se junta que por razón de qué hace.
Sobre UPyD, Ciudadanos y VOX, lo primero que habría que decir es que sus líneas de programa son tan parecidas con algunos matices que es difícil de explicar por qué no se funden en una única candidatura lo que, sin duda, habría dado bastante mejor resultado. ¿También en este nivel afecta el fenómeno del personalismo y de quién es quien tiene que salir en la foto? Cierto que UPyD, aunque sea de forma marginal, ya ha tocado poder y, sobre todo en los últimos tiempos, se ha comportado como lo que era en el momento de su aparición: Un PSOE en el exilio. Aunque ya ha tenido tiempo para desarrollarse como organización, el partido parece no ser otra cosa que la agrupación de aplaudidores oficiales de su jefa de filas y lo mismo cabe decir de Ciudadanos.
En cuanto a VOX, es el perfecto paralelismo de UPyD en el sentido de ser, y además de forma declarada, el PP en el exilio hasta el punto de invitar a Aznar a actos electorales. Izquierda Unida, a pesar de convertirse cada vez más en un partido antisistema, sigue teniendo sus propios asuntillos de corrupción mano a mano y en los mismos sitios que el PSOE pero, cuando hay una mayoría de gente que está harta tanto del Gobierno en ejercicio como de lo que se entiende que sería el recambio razonable, los antisistema hacen su agosto, tanto si es en la versión de extrema izquierda como si lo es en la bolivariana, filoetarra o nazionalista.
Los resultados no anticipan nada bueno. Cierto es que los resultados europeos -circunscripción única- no son extrapolables a unas elecciones generales donde la infame ley D’Hont fuerza el bipartidismo mucho más allá de lo razonable pero hay un aviso muy serio:
Basta con ver la composición del Congreso en los años comprendidos entre 1977 y 2000 para ver que ha habido una clara degeneración del perfil del político. En su mayoría, estén en el partido que estén, no son ya profesionales de alto nivel que entran a la política por ideales sino funcionarios de su partido, que no han trabajado en otra cosa en toda su vida y que no aportan más que la astucia en el pasillo y la sonrisa con la navaja escondida. Personajes como Celia Villalobos, Leire Pajín, Zapatero, Bibiana Aido, Ana Botella o los portavoces o secretarios de organización de los grandes partidos no son ya una rareza de la especie sino una prueba del ínfimo nivel a que hemos llegado.
No hay debate de ideas entre los grandes partidos. En un caso, se sustituyen las ideas por viejos clichés de principios del siglo pasado y en el otro la cobardía y los complejos de sus dirigentes llevan a no plantear tampoco ningún debate por si acaso lo pierden.
Campo abonado para demagogos peligrosos como bien ha dicho Felipe González quien, se esté de acuerdo o no con él, algo sabe de esto.
Redes sociales: ¿La nueva censura?
Hay que ser muy cuidadoso en la distinción entre opinión pública y opinión publicada y, de no serlo, pueden producirse consecuencias que acaban derivando en una nueva modalidad de censura:
Nadie, absolutamente nadie, se comporta igual cuando está en su casa, cuando está con amigos, cuando está con un conjunto de colegas o cuando está hablando para un medio público. Las redes sociales, cuando son mal utilizadas, invitan a confundir ámbitos y a que todos acabemos comportándonos siempre como si tuviéramos una cámara delante y nuestras palabras fueran a ser publicadas inmediatamente.
Ayer mismo me llevé una desagradable sorpresa en ese terreno: En un congreso, excelente en su organización y temática, hubo personas que se dedicaron a transmitir por Twitter cosas que se estaban diciendo allí. Naturalmente, se trataba de un foro supuestamente profesional y supuestamente entre colegas donde las reglas sobre qué y cómo se dice no son las mismas que cuando se habla ante una cámara. En las menciones en Twitter no sólo se quedaron con lo más escandaloso y sin añadir matizaciones hechas en la reunión sino que se llegó a incluir comentarios privados realizados fuera de la reunión general y con un café delante.
Si ése es el uso que cabe esperar de redes como Twitter, nadie debería extrañarse de que las reuniones profesionales sufran un empobrecimiento derivado de la desconfianza sobre quién y cómo va a utilizar lo que se diga. Tampoco los que actúen de esta forma deberán extrañarse de que, una vez identificados, los demás hagan un muro de silencio a su alrededor y procuren evitarlos.
Si esto es lo que debemos esperar del futuro, versiones anteriores de la censura nos acabarán pareciendo una broma comparadas con lo que viene.
¿Y si el CIS hiciera una encuesta sobre la opinión que los políticos tienen de los españoles?
Siempre me ha interesado la publicidad política porque, en algunos momentos, llegó a alcanzar una forma de arte…de la manipulación pero arte. En el PSOE de Felipe González parecía que el gabinete de comunicación del PSOE diseñaba no sólo la campaña propia sino también las de los demás partidos, tal era la diferencia que podía verse entre ellos. Algunos todavía recordamos cuando Jorge Verstrynge era el delfín de Fraga y le sacaron una foto de campaña que parecía más propia de una película de vampiros de serie B o la foto que le sacaron al propio Fraga, de perfil, que parecía sacada de una moneda…de las que tenían el perfil de Franco.
Las cosas cambiaron y la degeneración de la clase política se ha notado hasta en la publicidad del PSOE. Hemos llegado al extremo de que una frase de un dirigente del PSOE, Tomás Gómez, ha podido ser utilizada en la campaña publicitaria del PP de Madrid pero esto no significa que hayan cambiado las cosas y los publicitarios más hábiles estén ahora en la nómina del PP. Si alguien lo duda, puede ver este ejemplo de la campaña publicitaria del PP para las elecciones europeas:
Cartel electoral del PP Veamos. Lo del futuro está muy bien pero el lema que aparece más abajo, En la buena dirección…seguro que a los más viejos e incluso a algunos que no lo sean tanto les suena de algo. ¿Podría ser de esto? Cartel electoral del PSOE.
Después de tal ejemplo donde la campaña parece haber sido diseñada utilizando carteles viejos de otros partidos y pasándoles el diccionario de sinónimos, una duda me asalta acerca de la opinión de los políticos acerca de los votantes y me he animado a añadir esta breve encuesta:
BIG DATA: WILL IT DELIVER AS PROMISED?
The Big Data concept is still relatively new but the concept inside is very old: If you have more and more data, you can eliminate ambiguity and there are less requirements of hunches since data are self-explanatory.
That is a very old idea coming from I.T. people. However, reality always insisted in delaying the moment when that can be accomplished. There are two problems to get there:
- As data grow, it is more necessary a context analysis to decide which one are relevant and which others can be safely ignored.
- At the other side of the table, we could have people trying to misguide automatic decision supporting systems. Actually, the so-called SEO (Search Engine Optimization) could be properly renamed GAD (Google Algorithm Deception) to explain more clearly what it is intended to do.
Perhaps, by now, Big Data could be less prone to the second problem than anyone performing Web Analytics. Web has become the battlefield for a quiet fight:
By one side, the ones trying to get better positions for them and the positive news about them. These are also the ones who try to hide negative news throwing positive ones and repeating them to be sure that the bad ones remain hidden in search results.
By the other side, we have the Masters of Measurement. They try to get magic algorithms able to avoid tricks from the first ones, unless they decide paying for their services.
Big Data has an advantage over Web data: If a company can have its own data sources, they can be more reliable, more expensive to deceive and any attempt could be quite easily visible. Even though, this is not new: During the II World War, knowing how successful a bombing had been was not a matter of reading German newspapers or listening to German radio stations.
The practice known as content analysis used indirect indicators like funerals or burials information that could be more informative if and only if the enemy did not know that these data were used to get information. In this same context, before D-Day, some heavily defended places with rubber-made tanks tried to fool reconnaissance planes about the place where the invasion was to start. That practice has remained for a long time. Actually, it was used even in the Gulf War, adding to the rubber tanks heat sources aimed to deceive infrared detectors, who should get a similar picture to the one coming from running engines.
Deceiving Big Data will be harder than deceiving Internet data but, once known who is using specific data and what is doing with them, there will be always a way to do this. An easy example: Inflation indicators: A Government can decide changing the weight in the different variables or changing prices of Government-controlled prices to get a favorable picture. In the same way, if Big Data is used to give information to external parties, we should not need someone from outside trying to deceive the system. That should be done from inside.
Anyway, the big problem is about the first point: Data without a context are worthless…and the context could be moving faster than any algorithm designed to give meaning to the data. Many surprising outcomes have happened in places where all the information was available. However, that information has been correctly read only after a major disaster. For instance, emergence of new political parties could be seen but, if major players decided to dismiss them, it comes as a surprise for them, even though data were available. The problem was in the decision about what deserves to be analyzed and how to do it, not in the data themselves.
Other times, the problem comes from fast changes in the context that are not included in the variables to analyze. In the case of Spain, we can speak about the changes that 11M, and how it was managed by the different players, supposed in the election three days after. In another election, everybody had a clear idea about who was going to get a position that required an alliance. Good reasons advised an agreement and data showed that everybody was sure that the agreement was coming…but it wasn’t. One of the players was so sure that things were already done that tried to impose conditions that the other players saw as unacceptable. Consequence: The desired position was to the hands of a third player. Very recently, twopeople, both considered as growing stars, can have spoiled their options in minor incidents.
In short, we can have a huge amount of data but we cannot analyze all of them but the ones considered as relevant. At doing that, there is not an algorithm or an amount of data that can be a good replacement for an analysis performed by human experts. An algorithm or automatic system can be fooled, even by another automatic system designed to do that, context analysis can lose important variables that have been misjudged and sudden changes in the context cannot be anticipated by any automatic system.
Big Data can be helpful if rationally used. Otherwise, it will become another fad or worse: It could become a standard and nobody would dare deciding against a machine with a lot of data and an algorithm, even when they are wrong.
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