A contracorriente: ¿Libertad de información o libertad de difamación?
Creo que en ciertos momentos es necesario dejar clara la posición personal para evitar confusiones, de modo que allá va:
No me gusta la forma en que ha llegado al poder en España el líder del PSOE, Pedro Sánchez, no me gusta su actuación en los principales temas de España, no me gustan sus socios, no me gusta que remolonee en la convocatoria de elecciones y la ocultación de su tesis me parece un asunto sospechoso del que el tiempo dirá, a corto plazo, si hay algo real o es una tormenta en un vaso de agua. Está claro ¿verdad?
Sin embargo, me parece impresentable que el gran asunto actual no sea nada de eso sino que haya osado exigirles la rectificación a algunos medios de comunicación y cómo esa exigencia atenta supuestamente contra la libertad de información. En esta trampa han caído interesadamente periodistas y políticos e intentan que los demás caigamos también. Pues no:
La libertad de información no es un derecho del periodista a decir lo que le parezca sino un derecho del ciudadano a recibir información cierta y desde la perspectiva que a ese ciudadano le apetezca.
Si el periodista difama, está tan sujeto a la ley como cualquier otro y no puede invocar la libertad de información como si fuera una patente de corso.
Si alguien, en este caso un presidente de un Gobierno y con independencia de la opinión que se tenga de él, cree que ha sido difamado por un medio de comunicación está en su perfecto derecho de exigir una rectificación.
¿Quiere llevar el asunto a los tribunales? Adelante; es su derecho aunque sea una jugada arriesgada porque, si pierde, no tendrá manera humana de amarrarse a un sillón al que ha llegado de una forma tan irregular.
Desde luego, quien no puede ni debe tratar de impedírselo son los medios de comunicación, alegando libertad de información que, al parecer, consideran sinónimo de libertad para decir lo que les de la gana.
Insisto: No defiendo al personaje sino su pleno derecho a acudir a instancias judiciales si cree que ha sido difamado. Si lo ha sido o no, ya lo veremos pero no cabe rasgarse las vestiduras por un atentado a la libertad de información ante el ejercicio de tal derecho.