«Cuarto milenio» o el atrevimiento de la ignorancia

Hace unos días tropecé con el programa «Cuarto Milenio» y me quedé a verlo cuando empezaron a hablar del armamento secreto del III Reich durante la fase final de la II Guerra Mundial. Tenían en el estudio a un supuesto experto que contó dos cosas, sólo dos, sobre las maravillas tecnológicas de la Alemania nazi y las dos contenían errores garrafales. A pesar de ello, vinieron después los tonos de asombro, los «¿qué habría pasado si la guerra dura más?», etc.

Primer error: Los científicos alemanes de la época consiguieron un avión invisible al radar y, por ello, podía considerarse un precedente de los aviones stealth actuales. Pues bien, el avión citado –Go229– era muy meritorio por diseño -tipo ala delta- por prestaciones y por ligereza pero su invisibilidad al radar no la conseguía mediante sofisticados diseños en sus ángulos ni mediante el uso de materiales estudiados para que las ondas del radar no rebotasen sobre ellos. Simplemente, el avión estaba hecho básicamente de madera. Sin duda, una obra de arte tecnológica pero saltar gratuitamente setenta años en el tiempo y hablar de tecnologías que permitieran la invisibilidad al radar parecía sacar un poco las cosas de quicio ¿no?

Segundo error: Instalación alemana en la provincia de Lugo. Dos antenas contiguas -y atención al detalle de «contiguas»- de 150 metros de altura, supuestamente utilizadas por los submarinos alemanes para determinar su posición por triangulación. Veamos: La triangulación es una técnica muy antigua y se utilizaba ya en la II Guerra Mundial para descubrir donde se encontraban las emisoras clandestinas. Un aparato, llamado radiogoniómetro, tenía la capacidad de determinar la dirección desde la que venía una emisión pero no la distancia. Si disponemos de un segundo aparato en una posición distinta, el punto donde se cruzan las líneas es el lugar en que se encuentra la emisora.

 La utilización de dos antenas para que un submarino, mediante triangulación, pudiera determinar su posición implica que dichas antenas se encuentran distantes, no contiguas, de forma que el submarino pueda dibujar dos líneas con la dirección de emisión de cada una de ellas y, así, saber que en el cruce de ellas se encuentra el submarino. Si las dos antenas están juntas, no hay triangulación que valga.

Segundo problema: La Tierra es redonda y esto implica que la distancia que alcanza una emisora situada en tierra es escasa. En cierto modo, el problema se resuelve si quien tiene que detectar la señal es un avión y, especialmente, si está a diez kilómetros del suelo y puede, con ello, compensar el efecto de la redondez terrestre y conseguir un mayor alcance pero ¿un submarino? Además de necesitar que las antenas estuvieran distantes entre sí, el submarino está especialmente afectado por la forma de la Tierra y el alcance sería tan escaso que el submarino tendría que estar prácticamente en la costa para detectar las señales.

Lo dicho: La ignorancia es atrevida y, cuando se acompaña de la autosuficiencia exhibida por algunos programas de televisión, es además cargante.

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