Un camello es un caballo diseñado por un comité
Lo confieso: Siempre que se habla de «trabajo en equipo» me echo mano a la cartera porque, demasiado a menudo, en lugar de tratar de sacar lo mejor de todos los miembros se trata de cómo lograr la «aprobación por aclamación», como ocurría en España en las cortes de Franco y en buena medida también ahora.
Un ejemplo sencillo ya comentado en este blog: El caso Nokia. Cualquier observador interesado, sin acceso a información privilegiada ni a costosos gabinetes encargados de producir laboriosos estudios con gran aparato estadístico, vio que la alianza con Microsoft, sin dejarse siquiera una puerta abierta a Android como hicieron otras marcas, era un error garrafal…cualquiera menos, naturalmente, los directivos de Nokia que tomaron la decisión. ¿Eran tontos o incompetentes? La verdad es que no lo creo; sin embargo, es muy probable que la dinámica de toma de decisiones de su organización haya hecho que se comportasen como si lo fueran.
No es el único caso de error fácilmente reconocible en el momento en que se produce -después es mucho más fácil y todos lo reconocemos- y debería ser una invitación a revisar los mecanismos de decisión de muchas organizaciones: La discrepancia está mal vista y, ante esto, muchos directivos «prudentes» prefieren acomodarse en su butaca de cubierta en el Titanic antes de correr el riesgo de perderla si exponen con claridad su desacuerdo.
Si la conducta esperable en un Comité de Dirección es la de un rebaño, y esta conducta se reproduce en los niveles inferiores de la organización, mejor que no llamemos a eso trabajo en equipo y menos aún que cantemos sus excelencias. Algo se está haciendo muy mal. El «Nos encontrábamos al borde del abismo pero hemos dado un paso al frente con decisión» parece la norma en muchas organizaciones…reflexión, poca y, si es grupal, ninguna pero eso sí, mucha decisión…aunque sea para vernos todos al fondo del abismo.