¿Huelga? No, gracias

No participaré en una huelga convocada por aquéllos que nos han traído a la situación en la que estamos:

Sobre la catadura de los sindicatos de clase business poco se puede decir que no se sepa: Aznar no podía irse sin «su» huelga general y la hicieron coincidiendo con la presidencia española de la UE, con Zapatero no quisieron hacerlo llegando al esperpento de pactar la fecha y clarificar en todos sus mensajes que no era una huelga contra el Gobierno y a Rajoy no le han dado tiempo ni a sentarse en la silla…y además dicen que no es una huelga política.

¿Cuántas huelgas generales deberían haber hecho durante el gobierno de Zapatero con la mayor destrucción de empleo que se conoce? Ninguna; estaban cómodos sentados en sitios tan apetitosos como el Consejo de Cajamadrid con sueldecitos de 181.000 euros al año y con 350.000 liberados. ¿Qué importan 5 millones de parados más o menos?

¿Qué es lo que tiene la reforma laboral que tanto ofende a los sindicatos? Su modelo ya sabemos donde nos ha llevado; cuando hablan de proteger los derechos de los trabajadores, se olvidan de los trabajadores en paro. ¿Qué o a quién quieren proteger aparte de a sí mismos? Por ahí va el asunto. Hay dos asuntos que lleva la reforma que son los más ofensivos para ellos y sus intereses corporativos, no para los trabajadores:

  1. Posibilidad de pacto entre empresa y trabajadores prescindiendo de ellos. Naturalmente, ahí pierden poder; no digamos las sustanciosas cantidades que se llevaban de cada ERE y los apaños que han posibilitado entre otras cosas los 1.400 millones de euros de fraude con los EREs falsos en Andalucía y que no me sorprendería que empezasen a salir también en otros sitios.
  2. Ni empresas ni trabajadores en activo tienen que pasar por caja en la Fundación Tripartita, gran apaño del sindicato vertical actualizado para que supuestos representantes de empresarios y trabajadores se lleven el dinero con pala.

Esto es lo que realmente les molesta y creo que somos bastantes los que no tenemos ninguna intención de ir a una huelga sin otro motivo real que los intereses corporativos de los sindicatos de clase business. Queda ahora por ver como reacciona el Gobierno aunque nos podemos temer lo peor. Los que no apoyamos ni la huelga ni que lo que debería ser una legítima representación de los trabajadores se haya convertido en una orgía de latrocinio que sólo se representa a sí misma tendríamos varias cosas que pedirle:

  1. Saquen de una vez la ley de huelga cuyo desarrollo está previsto en la Constitución pero que nadie ha querido o se ha atrevido a hacerla.
  2. Protejan el derecho al trabajo de los que no quieran ir a la huelga garantizando el funcionamiento de los transportes públicos y utilizando el Código Penal para las conductas que así lo justifiquen por parte de piquetes o similares.
  3. Supriman todo tipo de subvenciones a las organizaciones supuestamente representantes de trabajadores y de empresarios y dejen que funcionen con las cuotas de sus afiliados.
  4. Liquiden de una vez esa figura vergonzosa que representan los «liberados».

Con esas simples medidas conseguiríamos en España algo que hoy es necesario y está claramente en minoría: Un sindicalismo decente.

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