Política actual y resonancias de «La araña negra» de Blasco Ibañez

He colgado un acertijo en Twitter aunque tiene trampa: En realidad es una invitación a leer «La araña negra», único libro que he estado a punto de regalarle a un profesor en el supuesto de que me hubiera suspendido. El misterio se resuelve fácilmente: El profesor era jesuita y «La araña negra» no está precisamente inspirada en el Gesú ni, en general, en las inmediaciones del «Papa negro».

La situación política que se ha planteado en España tras la designación de Rubalcaba con la permanencia de Zapatero en la presidencia del Gobierno me ha recordado inmediatamente a varios personajes del libro que, una vez más, invito a leer a quien no lo haya hecho. Los paralelismos son muy sencillos:

Durante toda la primera parte del libro, el protagonista es el «padre Claudio», a cargo de los jesuitas en España con la ayuda de su aparentemente fiel «padre Antonio» al que confiaba todos sus secretos y sus ambiciones.

Cuando sus ambiciones llegaron muy lejos y fueron detectadas por otros, le enviaron desde Italia a Tomás Ferrari, quien llevaría el mando real de la Orden en España aunque, nominalmente, continuase estando a cargo de la misma el padre Claudio. Naturalmente, quien tuvo un papel clave en la delación y, después, como auxiliar de Tomás Ferrari fue el «fiel» secretario, es decir, el padre Antonio.

Durante un tiempo todo funcionó así. El mando real lo tenia Tomás Ferrari, el segundo en el mando aunque de una forma muy poco visible era el padre Antonio mientras el padre Claudio, teóricamente la persona al mando, era una figura puramente testimonial para que en el exterior no se notasen los cambios que se habían producido. El padre Claudio comenzó a temer por su vida y llegaría el momento en que se comprobaría que tenía buenas razones para ello: Como no confiaba en nadie y temía ser envenenado, sólo encontraron una forma de envenenarlo y ésta no podía ser otra que el vino de misa.

Como es fácil de suponer, después vinieron las grandes exequias y, ante el luctuoso e imprevisible hecho de que el padre Claudio había muerto, se consolidó el proceso quedando formalmente a cargo de la Orden Tomás Ferrari y su fiel -aunque con fidelidad cambiante- padre Antonio.

Creo que no se necesita mucho mas para sacar paralelismos con personajes del Gobierno actual: El «padre Claudio» ha cedido el mando a Tomás Ferrari y ha conseguido esquivar la primera copa de veneno quedándose nominalmente a cargo de la Orden. ¿Para cuándo la siguiente? ¿Qué acontecimiento se utilizará como oportunidad para hacérsela tragar y organizarle las exequias? Lo que sí está claro es que no le van a dejar que se tome unas vacaciones de un año y, menos aún, le van a permitir que ejerza su teórica función.

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