Bombay: Alianza de civilizaciones ¿con quién?
A Zapatero hay que reconocerle su habilidad para el «slogan». La insulsa «alianza de civilizaciones» sólo ha servido hasta el momento para su campaña de márketing personal y para gastarse una millonada en una obra de discutible mérito.
El caso de Bombay ha dejado, una vez más, en evidencia el absurdo. ¿Es necesaria una alianza entre civilizaciones o una alianza entre civilizados? Cuando alguien nos considera infieles y, desde ese momento, se cree autorizado por su particular dios para masacrarnos porque, de esa forma, gana un sitio en su paraíso ¿hay que buscar cómo comprenderle o hay que tomar posiciones mucho más contundentes?
La libertad es algo que ha costado siglos ganar y que, una vez ganada, no está garantizada sino que hay que pelearla cada día, dentro y fuera de las fronteras propias. El camino no pasa por iniciativas a medio camino entre el márketing y el puro y simple ridículo sino por la completa firmeza.
Por cierto, aquéllos para los que todo es relativo y piensan que hay que buscar siempre cómo comprender al otro -aunque el objetivo de ese otro sea machacarnos- siempre han tratado de justificar su postura aludiendo a injusticias históricas y han visto el terrorismo como una especie de Robin Hood que rompe la tranquilidad del rico en su favorecimiento del pobre. Quienes compartan esa idea, tal vez deberían explicar por qué el terrorismo no nace en los países más pobres de África sino que es animado y financiado en los países más ricos de Oriente Medio.